Ante una situación tan excepcional como la que estamos viviendo, es normal que muchas marcas experimenten una sensación de crisis empresarial. Y es que, más allá de tener unos buenos números en ventas, por ejemplo, gestionar un nuevo método de trabajo puede ser todo un reto que se transforme en crisis. Que no cunda el pánico, hoy os explicamos cómo gestionar una crisis empresarial y os damos las claves para afrontar este nuevo paradigma actual. ¿Nos seguís leyendo? ¡Vamos!
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¿Qué es una crisis empresarial y cómo se manifiesta?
Seguro que si intentáis responder la pregunta de qué es una crisis empresarial, todos tenéis en la cabeza la liquidación de algunas marcas que habían sido todo un imperio. Y es cierto, bajar las persianas de un negocio puede ser una consecuencia directa de haber sufrido una crisis.
Sin embargo, podemos describir diferentes tipos de crisis y, por supuesto, diferentes manifestaciones o consecuencias de las mismas. Empecemos entonces por describir qué es una crisis empresarial.
Una crisis de marca o de empresa es cualquier situación o evento negativo que pone en riesgo la reputación, imagen o funcionamiento de una empresa. Puede ser, por ejemplo, perder el mejor cliente de una empresa o sufrir un episodio grave de mala praxis.
Según la Real Academia Española, una crisis empresarial puede referirse a varias situaciones, que engloban a su vez muchas otras circunstancias:
- Un cambio profundo con consecuencias importantes.
- Una situación difícil.
- Una reducción en la tasa de crecimiento de la producción de una empresa o economía.
- Fase baja de la actividad en un ciclo económico.
Por tanto, una crisis empresarial puede manifestarse de muchas maneras. En forma de crisis económica, en forma de mala reputación empresarial o en muchas otras maneras.
¿Cómo afrontar una crisis empresarial?
A continuación, veamos cuáles son las fases que experimenta una crisis y las medidas que debemos tomar ante ella.
1-. Anticipación
Anticipación, que es lo mismo que estar atentos a cualquier señal que pueda indicar una situación compleja o desencadenante de una posible crisis. Escuchar, examinar y evaluar constantemente es imprescindible para afrontar una crisis empresarial. ¿Cómo detectar las señales de crisis? Respondiendo, por ejemplo, a las siguientes preguntas:
- ¿Cuáles son los riesgos de crisis que tiene mi empresa?
- ¿Estoy supervisando estos riesgos de manera recurrente?
- ¿Quién recibe la información actualizada y cómo la estudia?
- ¿Cómo interpreto la información y dónde tengo mayor riesgo de sufrir una crisis?
2-. Prevención y acción
Nada más detectar los “síntomas” de una crisis a partir de los estudios recurrentes de los datos, el empresario debe poner en marcha todos los mecanismos posibles para tratar de prevenirla. Además, en este punto es imprescindible pensar en los pasos a seguir en caso de no poder frenar la crisis empresarial.
3-. Respuesta inmediata
Ante una crisis empresarial, además de controlarla y estar atento, lo óptimo es tener una respuesta automática. Es decir, cuanto más rápido actuemos para frenarla, mejor.
4-. Comité de crisis
Si hay algo que muchas veces se pasa por alto y que, en cambio, es imprescindible es este punto. Muchos empresarios creen que ocultar una crisis a los empleados es buena idea. Lo cierto es que lo más recomendable es crear un comité de crisis en el que estén representados todos los empleados de la empresa. A partir de él, la comunicación deberá fluir para que cada departamento pueda reaccionar.
5-. Seguir un protocolo
Las empresas deben tener diferentes mecanismos y herramientas a las que recurrir cuando sufren una crisis. Por ejemplo, se puede seguir una estrategia del silencio o, por lo contrario, de aceptación. Los pasos a seguir deberán ir acorde con los valores de la empresa. En este punto entra en acción un departamento imprescindible para la gestión de crisis empresariales: el departamento de comunicación. Ellos diseñarán la mejor estrategia para comunicar tanto a nivel interno como a nivel externo la situación de la empresa.
6-. Contención y recuperación
En este punto, la estrategia de las empresas deberá estar enfocada a limitar al máximo las consecuencias de la crisis. El despliegue del plan de contención deberá ir acompañado de una buena estrategia comunicativa. Lo más álgido de una crisis empresarial suele suceder a los 7-8 días tras su inicio. Es en este momento en el que se despliegan el plan de contención y, sobre todo, el plan de recuperación.
Este plan debe tener el foco en el aprendizaje. Ante todo, priorizar las personas y empleados. Ellos son la red principal que soporta la actividad del a empresa, por lo que cuidar de la plantilla e informarles de todo es una buena idea. Asimismo, se reemprenderán los departamentos más afectados por la crisis, que deberán estudiar e incorporar nuevas medidas para evitar una posible crisis similar.
Finalmente, cuando la crisis empresarial haya sucumbido o esté en fase de liquidación, es importantísimo analizar cómo se ha ejecutado todo el proceso de gestión. Solo de este modo las empresas pueden aprender de sus “errores” y crisis y seguir ofreciendo el mejor servicio o producto a sus clientes.