En psicología, adolescentes y divorcio son dos conceptos que suelen ser habituales. Hacer frente a al ruptura de la familia tal y como se conoce hasta el momento puede ser traumático para muchos jóvenes y, aunque cada vez es algo más habitual, esto no implica necesariamente que se gestione mejor. Pero vayamos por partes: te contamos cómo manejar el divorcio con los hijos adolescentes desde el área de la psicología para ayudarles a superarlo de la forma más sana y asertiva posible.
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¿Cómo afecta el divorcio a los hijos adolescentes?
Para los adolescentes, el divorcio es un momento muy estresante. Los efectos psicológicos del divorcio en los niños pueden variar mucho según cada individuo, pero existen algunos elementos que se repiten. Por lo general, los adolescentes tienden a sentir pérdida, vacío, ira y problemas de concentración.
Otras efectos del divorcio en adolescentes con los que podemos encontrarnos son:
- Culpabilizar más al progenitor no custodio.
- Cuando son más pequeños, los niños se culpan a sí mismos por la separación.
- Tras el divorcio, los adolescentes pasan más tiempo fuera de casa.
- Los niños ven el divorcio como un acto de rechazo y tienen miedo a ser reemplazados.
- Tienen miedo de que los padres les abandonen.
- Aparecen sentimientos de pérdida, de cambio, de incertidumbre y estrés asociados al conflicto.
- Surgen trastornos de las emociones como ira, resentimiento, ansiedad, depresión y culpa.
- También es frecuente que los adolescentes expresen agresividad, desobediencia y reducción del trato social.
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Cómo abordar adolescentes y divorcio en psicología
Vayamos a una de las cuestiones más complejas en adolescentes y divorcio: psicología. ¿Cómo abordar el divorcio en terapia? Un aspecto que hay que tener en cuenta en este sentido es que la mayoría de los adolescentes se recuperan tras 1 o 2 años y suelen sentirse más cómodos con el nuevo estilo de vida. Ayudarles a comprender que es una situación pasajera es crucial para acompañarles en el proceso.
Para tratar el divorcio en terapia se realiza una intervención psicológica centrada en el bienestar de los niños. Se emplean las herramientas de la terapia familiar para encontrar soluciones que se adapten a las necesidades de toda la familia y les ayuden a mejorar la comunicación y las relaciones que mantendrán tras el divorcio.
Por ello, es muy recomendable realizar sesiones familiares. Esto permite a los niños crear un entorno más vinculado con ambos padres y desvincularlos del conflicto conyugal.
No hay que descuidar a los padres. Hay que ayudarlos por separado en la protección y el cuidado de los hijos, pero también en el afrontamiento de las nuevas situaciones que van a vivir. Es importante orientarles y ayudarles para que entiendan cómo dirigir el proceso de divorcio. Si se sienten bien consigo mismos y notan que están controlando la situación, será mucho más fácil que transmitan sensaciones positivas a sus hijos durante el proceso de separación y sepan llevarlo mejor.
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