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La figura del entrenador personal se ha convertido a día de hoy en uno de los factores más importantes a la hora de conseguir nuestros objetivos de una vida sana. Conviértete en uno de ellos con nuestro máster en entrenamiento personal. Vivimos en una época en la que las personas se preocupan cada vez más de su salud. Les interesa mantener unos hábitos de vida saludables y encontrarse en un buen estado físico. Sentirse bien por dentro y por fuera, y que aquellos que les rodean puedan darse cuenta. Por eso, recurrimos con cada vez más frecuencia los servicios de un entrenador personal. Él se encargará de que nuestro bienestar sea mayor gracias a ciertas rutinas de entrenamiento y de nutrición que nos irá aconsejando.

Pero no todo es comer mejor y hacer deporte. El factor psicológico juega un papel muy importante. Sin motivación y disciplina no iremos a ningún lado. Un preparador puede aconsejarte los mejores ejercicios y dietas, pero si no te ayuda mentalmente, puede que fracase en el intento de querer ayudarte. Es lo que hace la diferenciación entre los entrenadores.

¿Qué cualidades necesita un buen entrenador?

Es cierto que un profesional debe estar formado con los mejores conocimientos posibles. Lo que cuesta más aprender es desarrollar ciertas actitudes que resultan claves para el éxito. A continuación, te nombramos algunas de las más importante.

Saber escuchar

Sin duda, el pilar base en el que debe apoyarse un buen entrenador. No todo se resume en poner ejercicios físicos y asegurarte de que se hacen. El entrenamiento mental también es parte del trabajo. Por eso el profesional debe tener múltiples competencias deportivas en acompañamiento y pedagogía como:

  • Comprender las necesidades del alumno.
  • Saber escucharlo.
  • Motivarlo cuando sea conveniente.
  • Ayudarle a hacerlas y conseguir resultados visibles.
  • Hacerle sentir con confianza.

La base de realizar un buen entrenamiento es la confianza y el feeling entre profesor y alumno. Si el alumno confía en los consejos de su entrenador y se siente bien, se conseguirán progresos. Es muy importante que esta relación esté consolidada puesto que es posible que se compartan muchas horas. Hay que ser paciente, motivar para que el alumno tenga ganas de superarse y siempre con una sonrisa en la boca para no desanimarlo y ayudarle a creer en él.

Fuente de motivación

Si el primero que tiene que estar motivado eres tú y no lo está, es imposible que tus alumnos lo estén. Hay que estar dispuesto a trabajar duro a la hora de preparar las clases. Habrá momentos en los que se sentirán “flojos” o decaídos y es donde hay que dar ejemplo, aplicarse los consejos que uno da y ver que funcionan.

La energía que transmites se contagiará en motivación a tus clientes, en ganas de superación y mejorar. Y por último, que no menos importante, establece metas realistas. Conseguir realizar objetivos, por pequeños que sean, siempre favorecerán a la satisfacción y a las ganas de seguir adelante.

Ser disciplinado

Es imprescindible ser riguroso en nuestro trabajo. Debes ayudar a los alumnos a alcanzar sus objetivos, dedicándoles una planificación personalizada para que alcancen el éxito. Eso supone ser puntual, revisar los entrenamientos si no dan resultados, prestar una atención personalizada y ser organizado. Planifica unas reglas y ejecuta tu trabajo de una manera eficaz.

Resolutivo

Tienes que ser una persona polivalente y saber adaptarte a cada situación. Encontrar soluciones a posible problemas que surjan para:

  • Tratar distintos aspectos de un deporte.
  • Dar consejos personalizados.
  • Afrontar situaciones adversas, como por ejemplo un temporal que te impida realizar ciertos ejercicios al aire libre y tener que reconstruir esa clase.

Ser tolerante

Te dedicas al deporte, pero no todos tus clientes. Algunos llevan tiempo sin realizarlo, otros han engordado, o vienen de sufrir alguna lesión… cada caso es un mundo. Ten todo eso en cuenta sin realizar ningún juicio. Muestra que los comprendes y ponte en su piel, empatiza con ellos. Si conoces bien el entorno y las circunstancias de cada caso, serás capaz de sacar lo mejor de ellos, sin ser muy duro.

El positivismo es básico

Es mucho más sencillo dejarse llevar ante una persona que tenga una actitud positiva.

Anima los esfuerzos, valora los progresos y los logros conseguidos. Sé el primero en alegrarte por un trabajo bien hecho y transmite tus ganas, tu motivación y tu implicación con el alumno.

Conoce a tus alumnos

Lograrás ser un instructor mucho más eficaz si conoces bien a tus alumnos. Conseguirás que te respeten a ti y entre ellos, favoreciendo un sentimiento de pertenencia.

Es primordial recordar que cada uno ellos tiene una vida fuera del lugar de entrenamiento: son padres, estudiantes, abogados, informáticos, amas de casa, etc.

Modelo a seguir

La relación entre alumno y entrenador es el denominador común del entreno. La teoría de un ejercicio es importante, pero la gente necesita un modelo para comprenderlo. Requiere de práctica y repetición para lograrlo y mejorar.

Tus alumnos acuden a ti para aprender lo que tu has conseguido a lo largo del tiempo. Utilízalo para crear el mejor entorno de aprendizaje.

En resumen

Como puedes ver, ser entrenador personal no es tan fácil como uno puede pensar. Requiere de muchos conocimientos técnicos (los cuales no hemos abordado) y de una serie de cualidades humanas para poder ser un buen instructor. Es necesario tener una gran fuerza de voluntad y una meta profesional muy definida que no todo el mundo tiene.

Si sabes mostrarte profesional, si eres disciplinado en tus clases de fitness, si posees de ciertas cualidades como la escucha activa, la empatía, de entender las necesidades que tiene el alumno y como llevarlas a cabo, tendrás muchas posibilidades de ser un buen profesor y estas solicitado.

Por delante de todo, el entrenamiento personal debe ser un momento de placer y descanso, aunque en ocasiones los ejercicios puedan ser difíciles. La relación profesor-alumno debe ser siempre lo primero.